El Orgullo NO es el Antídoto a la Vergüenza.
Aclaración: Porque sé que seré acusado de ser homofóbico o de odioso, quiero dejar perfectamente claro que personalmente experimento AMS (atracción por el mismo sexo). Viví un estilo de vida abiertamente gay en el pasado. No odio mi experiencia con AMS ni odio a los homosexuales o a aquellos que eligen vivir estilos de vida homosexuales. No tengo nada más que el mayor amor y afecto por mis hermanos y hermanas AMS/homosexuales.
A medida que entramos al “Mes del Orgullo”, veo a muchos de mis compañeros miembros de la AMS (atraídos por personas del mismo sexo) que eligen celebrar el Orgullo a su manera, y lo encuentro un poco extraño y preocupante. Esto me ha llevado a reflexionar sobre mi viaje personal de un hombre abiertamente gay a un creyente cristiano Santo de los Últimos Días. Recuerdo cuán adversamente me afectó mi AMS mientras crecía en la Iglesia. Darme cuenta de que experimenté AMS, y escuchar a menudo comentarios degradantes o crueles que otros miembros hacían sobre los homosexuales, me llevó a creer que estaba roto, sucio y pecaminoso por tener esos sentimientos "homosexuales". Esto se convirtió en una inmensa carga de autodesprecio y vergüenza que soporté durante años. No encontré mucho alivio de esa carga hasta que finalmente salí del armario a los 18 años. En ese momento, mi vergüenza cambió al extremo opuesto: el orgullo. El orgullo se convirtió para mí en la liberación de años de llevar innecesariamente esa carga. Mi grito se convirtió en: “¡Estoy aquí! ¡Soy Queer! ¡Acostúmbrense a eso!”
Creo que para mis compañeros santos de la AMS que han adoptado la celebración del Orgullo, como yo, se ha convertido en una oportunidad para afirmarse a sí mismos y también "liberarse" de la vergüenza con la que han sido agobiados. Todos nosotros necesitamos alivio de esa carga que podemos estar llevando. Necesitamos la validación de que no somos sucios, pecaminosos o culpables por experimentar una atracción sobre la que no tenemos control. Empatizo de todo corazón con estas necesidades, pero ¿celebrar el Orgullo es el antídoto que necesitamos para curarnos de esta vergüenza? Argumentaría rotundamente ahora, como discípulo de Jesucristo, no, no lo es.
El Orgullo Gay comenzó en gran parte como una manifestación en respuesta a la represión de Stonewall en 1969. Comenzó como una protesta por la persecución de los homosexuales por parte de la sociedad. Ha evolucionado desde entonces hasta convertirse en una celebración de todo lo LGBT. El problema con la “cultura” LGB es que es la única cultura, que yo sepa, que se basa únicamente en la atracción sexual. Para ser L, G o B, estás diciendo que sientes atracción sexual por alguien del mismo sexo. (Estoy ignorando deliberadamente la “T” del acrónimo, porque no experimento disforia de género y no pretendo entender el transgenerismo o los problemas de identidad de género). Entonces, el Pride o el Orgullo, en esencia, es una celebración de la atracción homosexual y el sexo. Ese es todo el propósito detrás del Pride; para legitimar moralmente el sexo, el romance y las relaciones entre personas del mismo género, y hacerlo tan moralmente equivalente y culturalmente aceptado como el sexo y las relaciones heterosexuales.
Si alguna vez has estado en el Pride, y no me refiero a los lindos y pequeños desfiles que tienen en Utah; Estoy hablando de West Hollywood y San Francisco: la celebración del sexo homosexual se hace muy evidente. La foto a continuación es un excelente ejemplo de lo que casi siempre se convierte en Pride; una muestra demasiado sexualizada de erotismo homosexual. Los participantes afirman que están marchando por “amor”, pero se hace muy evidente desde el principio, a través de la abundancia de hombres y mujeres con poca ropa, pornografía esparcida por el suelo y juguetes sexuales exhibidos, que se están refiriendo mucho más al amor-eros que al amor-ágape. (Si la marcha del Orgullo de su vecindario aún no se ha convertido en esto, prometo que las exhibiciones de BDSM (prácticas sexuales que incluyen sadomasoquismo) y “furros” (personas que se disfrazan de animales con tintes eróticos) están a la vuelta de la esquina). Eros es la palabra griega antigua que se usa para describir el amor sexual y lujurioso. Considerando que, ágape es la palabra griega para describir el amor general, desinteresado y más benévolo o noble.
San Agustín enseñó: “El orgullo es el amor a la propia excelencia”. Tristemente, lo que muchos de nosotros hacemos cuando adoptamos la etiqueta de “gay” y elegimos celebrar nuestro “Orgullo gay”, es que reemplazamos nuestra vergüenza con el foco de nuestra vergüenza—una experiencia temporal y mortal de atracción homosexual—y presentamos como punto focal de excelencia de nuestra identidad y personalidad. Se convierte en nuestro rasgo general que define la totalidad de nosotros mismos. Pasamos de un extremo de avergonzarnos innecesariamente a hacer de la atracción una más, sino la más definitoria de nuestras características. En virtud de hacer esto, nosotros, a sabiendas o no, abogamos por el propósito del Pride de legitimar moralmente el sexo y las relaciones homosexuales. Este no es el antídoto contra la vergüenza, sino una suplantación de nuestras verdaderas identidades.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó que: “En las Escrituras no existe el orgullo justo; siempre se considera un pecado. Por lo tanto, no importa cómo el mundo use el término, debemos entender cómo Dios usa el término para que podamos entender el lenguaje de las Sagradas Escrituras y sacar provecho de ello” (Beware of Pride, 1989).
Entonces, si el Orgullo no es el antídoto de nuestra vergüenza, ¿Cuál es? Bueno, no hay una sola respuesta. Creo que hay algunos componentes cruciales para el antídoto, pero el componente más importante es desarrollar una humildad piadosa.
La vergüenza y el orgullo son verdaderamente dos extremos opuestos igualmente insalubres y destructivos. Tanto la vergüenza como el orgullo crean enemistad entre nosotros y Dios. Con respecto a esto, el presidente Benson comentó: “La característica central del orgullo es la enemistad, la enemistad hacia Dios. … La enemistad significa ‘odio hacia, hostilidad o un estado de oposición’. Es el poder por el cual Satanás desea reinar sobre nosotros”. Entonces, mientras buscamos ser humildes, diciendo “Sea Tu voluntad y no la mía”, nos acercamos más a Dios. Podemos comenzar a ver nuestras pruebas y experiencias como bendiciones, no como cargas. Comenzamos a tener el deseo de actuar dentro de los límites que el Señor ha establecido, para su alabanza y gloria en lugar de la nuestra.
Si nos falta la humildad piadosa, podemos orar por la gracia que nos permita cambiar y sanar. ¡Necesitamos absolutamente la gracia de Jesucristo, y una gran dosis de ella! La gracia de Jesús (el poder habilitador de su Expiación) es el bálsamo que cura todas las heridas. A medida que nos acercamos a él, su gracia se convierte en una fuente constante de fortaleza. Junto con su gracia, envía el Espíritu Santo para consolarnos y enseñarnos. El Espíritu nos ayuda a comprender nuestra verdadera identidad como hijos o hijas de los Padres Celestiales con el potencial de llegar a ser como ellos. Mantener esta visión de quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser nos ayuda a superar los desafíos mortales momentáneos.
El Espíritu Santo nos enseña a través de las Escrituras que, aunque Dios condena el sexo entre personas del mismo género (1 Corintios 6:11; Levítico 20:18), la atracción homosexual en sí misma no es pecaminosa. Las personas no eligen tener AMS más de lo que eligen sentirse atraídos por el género opuesto. Es solo una experiencia mortal natural; en consecuencia, no debería haber nada vergonzoso en experimentar AMS. Esta comprensión de la diferencia entre atracciones y comportamiento, junto con una clara perspectiva eterna de nuestro potencial divino, nos ayuda a ver nuestra AMS como una experiencia mortal necesaria que algunas personas tendrán para ayudarnos a crecer espiritualmente. Personalmente creo que es una bendición y un regalo de Dios.
A medida que desarrollamos humildad y recibimos la gracia de Dios, somos más capaces de aceptarnos a nosotros mismos y a nuestras experiencias. El Espíritu nos ayudará a ver nuestra AMS como una bendición, y llegaremos a confiar en el Señor y a tener un amor y un aprecio más profundos por nosotros mismos, con todas nuestras peculiaridades, desafíos y debilidades. Simplemente es lo que es. Nuestros Padres Celestiales nos han dado esta experiencia terrenal para ayudarnos a crecer y llegar a ser más como Cristo (véase Éter 12:27). Podemos tener confianza en nuestro potencial para desarrollar fortalezas y talentos a través de esta experiencia, para poder bendecir nuestra vida y la de los demás.
La humildad, la gracia y la autoaceptación; estos son los verdaderos antídotos contra la culpa y la vergüenza que hemos cargado injustamente, no la observancia de un evento que celebra estilos de vida incompatibles con el plan de Dios. Como Santo de los Últimos Días que experimenta AMS, elijo enorgullecerme de mi Salvador Jesucristo y de su poder para fortalecerme en mi debilidad. Él no me etiqueta por mi atracción sexual o por cualquier otra experiencia mortal temporal. Él me da una visión de mi verdadera y eterna identidad; un hijo de Dios y heredero de la exaltación. Este junio, y todos los junios, expresaré mi orgullo solo por él, sí, por Jesucristo.
Traducción de Alexis Andrade